Unos 80.000 indígenas fueron asesinados durante el boom cauchero. El pasado 12 de octubre se conmemoro en la Casa del Conocimiento, La Chorrera Amazonas, el centenario del holocausto cauchero, memoria dolorosa que hoy las nuevas generaciones quieren sanar. Durante este Acto el gobierno colombiano tímidamente pidió perdón a las víctimas, pero las autoridades tradicionales y dirigentes indígenas del resguardo Predio Putumayo consideran que el verdadero perdón consiste en garantizar los derechos a las comunidades, principalmente en garantizarle a estos pueblos su pervivencia cultural y la existencia en todas sus manifestaciones.
La Chorrera patrimonio nacional
“El bien (Casa Arana) está vinculado a una serie de atropellos y desmanes por parte de los caucheros contra los indígenas”, Mincultura.
Este reconocimiento según el mismo Ministerio de Cultura, y a juicio de algunos sectores de la academia y algunos dirigentes indígenas implica que se está haciendo memoria de un suceso trágico con el propósito de no repetir los hechos y de esta forma cerrar muchas heridas que aún quedan por curar. Varios dirigentes indígenas consultados coinciden que este reconocimiento, mínimo, que hace el Estado a los pueblos indígenas es un aporte a la memoria comunitaria, pues fueron los mismos pueblos indígenas, representados en la Asociación Zonal Indígena de Cabildos y Autoridades Tradicionales de la Chorrera (AZICATCH), quienes hicieron la solicitud. Otros como el médico tradicional Bora: Nulvbumu Conwá, Jesús Teteye, consideran que el reconocimiento de la Casa Arana como bien patrimonial es; “una superposición dentro de nuestro resguardo, una propiedad privada que el Estado tiene dentro de nuestros territorios y eso es una ventaja administrativa para el gobierno. Para nosotros es una debilidad; consideramos sí importante que se declare patrimonio nacional por lo que paso, pero no hemos obtenido ningún beneficio con ello”.
Hoy en La Chorrera, y en general en la Amazonia, autoridades y dirigentes indígenas trabajan en la reconstrucción de la memoria y en la recuperación territorial y cultural que permita, como señalan algunos abuelos y dirigentes: “un nuevo poder positivo que ayude a sanar heridas, lo cual implica defender y proteger nuestra memoria y conocimiento ancestral, la biodiversidad, el territorio lo cual implica la protección de nuestros ancianos, mujeres y niños”.
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